martes, agosto 24, 2010

LANZAMIENTO DE LIBROS DE MIGUEL EDWARDS ROSAS Y KAWELL KELUN EDITORES

EN SEPTIEMBRE EL BICENTENARIO SE LLENA DE POESIA.

LANZAMIENTO DE LOS LIBROS DE MIGUEL EDWARDS ROSAS, "ANTOLOGIA DE LA LOCURA" (2ª EDICION) Y "BREVE RESEÑA DE MI LOCURA".

NOTA: MUCHAS GRACIAS A TODOS LOS QUE ASISTIERON AL LANZAMIENTO DE LOS LIBROS DE MIGUEL EDWARDS.
EL EVENTO DEL VIERNES 10 DE SEPT. SE SUSPENDE HASTA NUEVO AVISO, DE ANTEMANO GRACIAS POR SU COMPRENSION.
















Estimados Amigos:


Los días viernes 3 de septiembre de 2010 a las 20.30 horas realizaremos el Lanzamiento de los libros "Antología de la Locura" y "Breve Reseña de mi Locura", de Miguel Edwards Rosas, publicados por Kawell Kelun Editores. Este evento tendrá lugar en el Bar Chancho 6, ubicado en Huérfanos 3085, comuna de Santiago Centro, a pasos de Metro Quinta Normal.

Posteriormente, el dia viernes 10 de septiembre de 2010, realizaremos un segundo lanzamiento en el Colectivo Cultural Mapocho, en la calle Gral. Mackena 1038, 3º piso depto M, también a las 20.30 hrs.

"Antología de la Locura" es la segunda edición de una recopilación de trabajos de artistas del Hospital Siquiátrico Salvador de Valparaíso, trabajo arduamente ejecutado y felizmente llevado a término por Miguel Edwards en 1994, en una primera edición, a pesar de convertirse en una empresa unipersonal y con el único aporte de los propios internos del Hospital a través de sus trabajos y participaciones y de algunos enfermeros del mismo recinto. Esta vez, este trabajo ve la luz nuevamente, ahora con la colaboración de Kawell Kelun Editores, bajo la supervisión de Fesal Chain y René Acevedo, encargados de esta editorial autogestionada.

Por su parte, "Breve Reseña de mi Locura" (1ª edición, 2010) es un libro sumamente intimista de Miguel Edwards, que mezcla ensayo, prosa, poesía y artefactos, dando por resultado un Manifiesto Psico-Revolucionario.

Los invitamos a conocer y leer este valioso trabajo y participar de sus próximas presentaciones en Santiago y muy pronto también en Valparaíso.


Recuerden, 3 y 9 de septiembre a las 20.30 horas. Entrada Liberada.

viernes, agosto 06, 2010

BREVE RESEÑA DE MI LOCURA

Prólogo del libro "Breve Reseña de mi Locura", de Miguel Edwards Rosas, Kawell Kelun Editores, junio de 2010.

Después de la segunda edición de su libro "Antología de la Locura", Miguel Edwards Rosas nos sorprende con su "Breve Reseña de mi Locura", que resulta en cierta forma una continuación de este anterior libro, en el entendido de que a partir de esta recopilación MER está en posesión ahora de una "Teoría de la Locura" que justifica sus tropelías poéticas y artísticas en general.

Este loco "Dada, Surrealista y discípulo de Osho", como el mismo se define, nos entrega en esta recopilación de poemas y apuntes sueltos de su pseudo diario personal, las claves para entender su artepoética, su mundo literario y su manera de entender el arte y por supuesto la vida. A veces parece un niño balbuceante, a veces un gran filósofo, en otras nos parece recordar que la locura es efectivamente una manera de comunicarse con Dios. El poeta es, después de todo, un médico brujo, un medium, un puente entre lo terrenal y lo espiritual y en esa perspectiva, MER nos hace sentir que efectivamente por medio de su poesía estamos acercándonos a grandes revelaciones.

Por contrapartida nos da con la puerta en las narices diciéndonos que, como en el tango, la vida es una porquería y la dictadura social, de la cual todos somos parte, es la gran camisa de fuerzas que oprime al mundo creativo no solo de los "locos" sino de los "cuerdos", esos seres "racionales" que actúan con compostura ante los estímulos del entorno, guardando los sentimientos y las lágrimas para las películas de vermouth y mascullando entre dientes lo que quisieran decirle a gritos a todo el resto. Edwards, parafraseando a Nietzsche, Pound, Parra y al propio Artaud, nos dice que es: "un ermitaño extravagante", nos cuenta que "yo soy como los astronautas: me alimento de pastillas", y esas pastillas son ciertamente las hostias con que día a día hacen comulgar a los locos con la dictadura social de los "cuerdos", tal como nos lo presenta visualmente Eliseo Subiela en su "Hombre mirando al Sudeste".

Edwards es un Rantés, un discípulo de otros mundos, otros estados de conciencia, que nos viene a liberar de las dictaduras de la razón y del sano juicio. Su arma principal son sus poemas, sus artefactos, sus notas de diario, a ratos muy naif, otras burdo y cotidiano; a veces con una profundidad que nos cala los huesos como si la parca desfilara frente a nuestras narices blandiendo su guadaña. Su arma es un grito desgarrador que no quisiéramos escuchar, pero que zumba y zumba en nuestros oídos y hay que detenerse a darle crédito.

En estas páginas, muy bien ilustradas por Juan Lea Plaza Edwards (su sobrino), Miguel nos regala una caja de pandora que podremos desenmarañar con no menor dificultad, donde se nos deparan sorpresas, arrebatos de ira, odio e irónicas risas, pero sobretodo en sus textos podremos encontrar intentos de respuesta a muchas interrogantes eternas del ser humano las cuales, como una matrioska infinita, nos llevarán de nuevo a las mismas y eternas preguntas, así como también a transitar la minúscula línea entre la locura y la razón. Espero esta vez le perdamos el miedo a caer hacia un lado o el otro, pensando si se está o no en el lugar "correcto"; aquí lo fundamental es, quizás, "estar" en alguno de ellos y no sólo deambular por el espacio infinito, después de todo "La naturaleza le tiene horror al vacío"...

Los dejo enfrentados a este desafío de encarar estos miedos y locuras más allá de sus definiciones enciclopédicas doEnde, generalmente, todos somos Edipo, Electra o alguna figura Post-Freudiana...

René Acevedo, Kawell Kelun Editores, junio de 2010.


Me suicidaría por ti

Para caer en tu cielo

De amor, sexo, llanto y risa

(Del Poema "Madre" de Miguel Edwards Rosas).





ANTOLOGIA DE LA LOCURA, DE MIGUEL EDWARDS

ANTOLOGIA DE LA LOCURA, DE MIGUEL EDWARDS.






En los próximos días saldrá a la venta la 2º edición de un libro ya mítico entre los porteños y en muchos circulos underground del gran Santiago, hablamos de la Antología de la Locura, de Miguel Edwards Rosas, poeta nacido en Santiago, pero criado y formado en sus primeras artes en Valparaíso. Les dejamos para su deleite el prologo de esta Antología, editada por Kawell Kelun Editores y que esperamos pronto puedan tener el privilegio de leer.


Prólogo.

La tarea emprendida en esta “Antología de la Locura” realizada por el poeta Miguel Edwards Rosas, es a la vez titánica y desoladora. En ella un grupo de internos del Hospital Psiquiátrico Salvador de Valparaíso, nos comunican sus sufrimientos, genialidades y en especial sus grandes actos de amor y creatividad

Por sus páginas se puede percibir la desesperanza, el olvido, la tristeza, y sobretodo la soledad inenarrable de personas que comparten su confinamiento, pero también su pasión por la poesía y el arte.

Saben que su “tratamiento” es complejo a decir lo menos, que su “diagnóstico” es estigmatizador y que su “recuperación” es incierta. Sin embargo, quizás su mejor terapia está acá en las letras, como un refugio espiritual, como una manera de transmitirle al mundo sus visiones más esenciales. Es también su desahogo, un sahumerio para ahuyentar a los fantasmas.

Los locos son los parias, los olvidados de este mundo, o mejor dicho, aquellos a quienes se prefiere no ver. Los locos ya no son los médicos brujos de la antigüedad, ni los magos ni los genios, pero si a eso le agregamos la condición de pobreza y abandono de los aquí retratados, tenemos un resultado de total olvido y discriminación.

Como nos dice Michel Foucault: En el medio del sereno mundo de la enfermedad mental, el hombre moderno no comunica más con el loco: hay por un lado el hombre de la razón que delega hacia la locura al médico, no autorizando así más relación que a través de la universalidad abstracta de la enfermedad; por el otro el hombre de la locura que no comunica con el otro más que por intermedio de una razón totalmente abstracta, que es orden, compulsión física y moral, presión anónima del grupo, exigencia de conformidad. No hay lenguaje común; o mejor dicho no hay más; la constitución de la locura como enfermedad mental a fin del siglo XVIII, supone la constatación de un diálogo roto, da a la separación como ya admitida, y hunde en el olvido todas esas palabras imperfectas, sin sintaxis fija, un poco balbuciantes, en las cuáles se efectuaba el intercambio entre la locura y la razón. El lenguaje de la psiquiatría, que es monólogo de la razón sobre la locura, no ha podido establecerse más que sobre tal silencio.

Podríamos argumentar a partir de esto que los locos son alejados de su sitial místico a partir del endiosamiento de la “cordura” y pasan en definitiva a ser tratados como enfermos, luego domesticados y finalmente condenados por los “otros” (los cuerdos) a la dictadura de la razón, dictadura mediante la cual hacer valer sus privilegios, dejando en extinción a los médicos brujos o gurús de antaño, en especial si contravienen severamente el establishment. Algunos de los prisioneros de este nuevo orden, rescatados por Miguel Edwards, son precisamente los artistas que podemos encontrar en las líneas de esta antología.

En los versos plasmados aquí tenemos el grito y la amenaza de Danilo Pantescu Zapata, que es finalmente una súplica para ser escuchado: Este no es lugar para mí, de lo contrario volveré a matar a golpes, o simplemente con un grito, y un grito mío es terrible.

Por su parte Ximena Rivera le dedica sus versos a una hija que tal vez ya no quiere recordarla o que ha invertido los papeles cuidándola en su desgracia: Yo sueño volver a la tranquilidad/ sin Arcángeles furiosos/ y sin el tiempo que hace daño,/ya se me pasará nanita/ y seré entonces la misma de siempre/ la de todos los días.

Fredy Zeballos nos plantea un nuevo cosmos, un nuevo génesis en sus textos de Hijo del Infinito. -La vida como un estado de organización, la inteligencia como un estado de conciencia existieron antes del principio y del tiempo en la forma de “El-Ohim-Ruh” la energía original /- El tiempo tuvo principio como el Universo que navega en las aguas del tiempo cuando éstas se sequen el Universo desaparecerá como tal.

Ignacio Briceño Palma, autor de las brillantes ilustraciones de esta antología, nos emociona con sus versos, llenos de una luz melancólica y sobrecogedora: El Trapecista. Da la vuelta sentimiento/ una vuelta entera /hasta entrar en tu propio girar. /Ha caído el trapecista/ y en la arena quedó su cabeza sin vida/ ha muerto el acróbata/ el circo está de duelo /…”la función debe continuar”…

Miguel Edwards construye a través de este caleidoscopio, más de grises que de colores, una mirada cercana a la realidad de los pasillos del Hospital Psiquiátrico de El Salvador, algunas de sus realidades, de sus alucinaciones que nos acercan hasta el otro lado del límite que divide locura y cordura, esa delgada línea que tanto le gusta transitar, cual obsesivo trapecista literario.

Finalmente, junto a ellos, y sólo por mencionar algunos de los muchos interesantes textos de este libro, un enfermero del hospital narra la historia de uno de sus internos en el relato “Iorana”, acerca de un desterrado de la Isla de Pascua. Sumado a esto, el sicólogo y poeta Alejandro Pérez nos detalla algunos pormenores de su propia estadía al otro lado del espejo en su relato “La Silla”, del cual les dejamos acá un breve botón de muestra, para que comiencen a adentrarse en esta lectura y puedan deleitarse obviando aquí, momentáneamente al menos, las reglas del “sano juicio”:

Babel eterna entre tú y yo, que no nos distinguimos del origen, encerrados. El laberinto es real. Lo soñé. Otro que sueña ahora. Las olas me arrastran. Navegaciones. Habitaciones. Tentaciones. Inmersiones, emociones, agresiones, maldiciones, intoxicaciones, defunciones. Entre tú y yo: saldremos de esas tumbas y sembraremos nuevamente la vida. Aspiraciones, negociaciones, invenciones, negaciones. Entre todos podríamos acabar con el mundo. Cuando era niño, vi correr la sangre.

René Acevedo y Fesal Chain, Kawell Kelun Editores, junio de 2010.

domingo, agosto 01, 2010

Hasta siempre Antoine

HASTA SIEMPRE, ANTOINE

31 de julio, Accidente en el desierto

El 30 de diciembre de 1935 a las 14:45, después de un viaje de 19 horas y 38 minutos, Saint-Exupery junto con su navegador (Andre Prevot) tuvieron un aterrizaje forzoso en la parte de Libia del desierto del Sáhara en camino a Saigón. Su avión era un Caudron C-630 Simoun n7041 (matrícula F-ANRY). El equipo estaba tratando de volar desde París a Saigón en menos tiempo que cualquier piloto lo había hecho por un premio de 150,000 francos. Ambos sobrevivieron al aterrizaje pero sufrieron los estragos de la rápida deshidratación en el Sahara. No tenían idea de su ubicación. De acuerdo a sus memorias, lo único que tenían para alimentarse eran uvas, dos naranjas y una pequeña ración de vino.[2] Ambos experimentaron alucinaciones visuales y auditivas. Para el tercer día estaban tan deshidratados que dejaron de sudar. Finalmente, al cuarto día, un beduino en camello los descubrió, salvándoles la vida. La fábula de Saint-Exupery El Principito, es una referencia a esta experiencia que dado a su contenido fue y es material de profundos analisis en escuelas universidades y casas de altos estudios de todo el mundo, siendo esta obra despues de la Biblia, el texto mas leido del mundo.

Desaparición del escritor.

El 31 de julio de 1944, durante una misión de reconocimiento destinada a preparar el desembarco en Provenza, en el sur de Francia, Saint-Exupéry a bordo del avión Lightning P38, había partido pocas horas antes de Borgo, en la isla de Córcega, cuando los radares dejaron de ver el avión que pilotaba y nunca más se supo de él, cubriendo para siempre al escritor y piloto de un halo de misterio y romanticismo.

Nunca se tuvieron indicios del aviador ni de su nave hasta 1998, cuando un pescador encontró una pulsera a orillas del mar. La joya, que el agua había acercado a la costa de Marsella, tenía grabado el nombre del escritor, pero su autenticidad quedó en entredicho.

El descubrimiento de la joya ayudó a las autoridades francesas a iniciar una búsqueda en el sector. Cinco años después, casi al cumplirse el sexagésimo aniversario de su desaparición, fueron descubiertos en aguas de Marsella restos del avión, cerca del lugar donde años atrás había sido descubierta la pulsera. Las piezas recuperadas fueron decapadas, limpiadas. Sobre un panel de la caja del turbo-compresor, localizada en la viga izquierda del avión, los investigadores descubrieron, según su informe, «una serie de cuatro cifras aisladas y grabadas manualmente»: 2734, seguidas por la letra «L», que significa «left». Se trata, según el informe, «del número de fabricación que el constructor de aviones Lockheed inscribía en sus aviones al lanzar su fabricación en una cadena de montaje». Este número civil correspondía, en la tabla de concordancia de la USAF, a la matrícula militar 42-68223, o sea la del avión de Saint-Exupéry.

Pese al hallazgo, las razones por las que el avión de Saint-Exupéry se estrelló eran un misterio (se habían descartado que lo hubiesen derribado, que hubiese perdido el control, un fallo mecánico, problemas de oxígeno o un ataque cardíaco) hasta marzo de 2008.

En 2008 un piloto alemán llamado Horst Rippert confesó al diario francés La Provence que fue él quien derribó el avión en el que desapareció, en 1944, Saint-Exupéry. El militar de 88 años declaró: «Pueden dejar de buscar. Fui yo quien abatió a Saint-Exupéry» y agregó «Fue después cuando supe que se trataba del escritor. Yo esperaba que no fuera él, porque en nuestra juventud todos habíamos leído sus libros y los adorábamos».[3]

El piloto alemán llevaba dos semanas de servicio en la costa sur de Francia cuando en la mañana del 31 de julio de 1944 identificó un «Lightning 38» y se dirigió hacia el aparato. Según el relato que hizo, Rippert siguió al avión francés y le alcanzó con varios impactos, tras lo cual vio que caía sobre las aguas, pero no se percató de qué había ocurrido con el piloto.

En el sexagésimo aniversario de la muerte de Saint-Exupéry, se realizaron dos ceremonias conmemorativas en Marsella y en el aeropuerto de Bastia en Córcega, cercano al lugar donde ocurrió la muerte y el último despegue del aviador respectivamente; se colocaron flores y se celebró una misa a la que asistió un familiar del aviador. El cadaver de Saint-Exupéry nunca fue encontrado, lo que representa parte del folclor del autor, ya que en la fabula de "El principito" sucede lo mismo.

El encuentro en el desierto.

el principito, capitulo II

Pasaba solo mis días, sin encontrar a nadie con quien verdaderamente pudiera hablar, hasta que algo me sucedió hace ya unos seis años, en el desierto de Sahara. Mi motor sufrió una rotura. Como no contaba con mecánico ni pasajeros, no tuve otra opción que la de intentar solo una difícil reparación. Indudablemente era para mí, una cuestión de vida o muerte. El agua que tenía, sólo me alcanzaba para ocho días.

Me recosté sobre la arena, pasando así mi primer noche nada menos que a mil millas de toda región habitada. Me encontraba por cierto, más alejado que un náufrago dentro de una balsa en medio del océano. Inexplicable fue mi sorpresa, cuando al despuntar el día una extraña vocecita me decía casi suplicante:

-Por favor... dibújame un cordero!

-Eh!-exclamé-

-Dibújame un cordero...

Como atravesado por un rayo, de un salto me puse en pie, refregué mis ojos y observé con severa atención. Me encontré frente a un increíble hombrecito que me examinaba gravemente.

Es éste el retrato más acertado que tiempo más tarde logré hacer de él.

Seguramente el modelo, es mucho mas encantador que mi copia. Como ya os dije, las personas grandes me han desalentado de mi carrera de pintor cuando tenía apenas seis años, habiendo sólo aprendido a dibujar las boas cerradas y las boas abiertas.

Continuaba absorto mirando aquélla aparición ya que me encontraba, como les dijera, a mil millas de toda tierra habitada. El hombrecito sin embargo, no me parecía extraviado, ni cansado, ni muerto de sed ni de hambre y menos muerto de miedo. No tenía el aspecto de un niño extraviado.

Al fin pude hablar y entonces dije:

-Pero... qué haces aquí?

Suavemente pero muy serio repitió:

-Por favor... dibújame un cordero...

Cuando el misterio es demasiado grande, es imposible desobedecer. Por ridículo que me pareciera, a tantas millas de una región habitada y en peligro de muerte, tomé de mi bolsillo un papel y un lápiz. Comuniqué al hombrecito, no en el mejor tono, que no sabía dibujar. Me contestó:

-No importa. Dibújame un cordero.

Nunca en mi vida había dibujado un cordero, de manera que decidí rehacer uno de los únicos dibujos que me sentía capaz de realizar. El de la boa cerrada.

Incalculable mi sorpresa, cuando oí al hombrecito responder:

-No! No! No quiero un elefante dentro de una boa. Las boas son sumamente peligrosas y un elefante muy embarazoso. En mi casa, todo es pequeño. Lo que necesito es un cordero. Por favor, dibújamelo.

Entonces dibujé:

El hombrecito miró con atención y luego dijo:

-No lo quiero. Este cordero está muy enfermo. Debes hacer otro.

Mientras dibujaba, mi amigo sonreía amablemente pero con cierta soberbia:

-Ves?... No es un cordero, más bien es un carnero. Tiene cuernos...

Hice nuevamente el dibujo, pero fue rechazado como los anteriores:

-Este es muy viejito; quiero un cordero que viva muchos años.

Ya algo impaciente y apurado por desmontar mi motor, garabateé por último este dibujo:

Le dije:

-Esta es una caja. El cordero que quieres está adentro.

Sorprendido me quedé al comprobar que el rostro de mi joven juez se iluminaba:

-Es exactamente como lo quería! Me pregunto si necesitará mucha hierba este cordero.

-Por qué?

-Porque en mi casa, todo es muy pequeño...

-Seguro que alcanzará. En verdad, te he regalado un cordero bien pequeño.

Mirando el dibujo, con la cabeza inclinada dijo:

-No tan pequeño... Mira! Se ha dormido.

Así fue como conocí al principito.